Si no te da tiempo a acabar tus tareas y lo dejas todo a medias, lee este artículo

Haz siempre una sola cosa a la vez.
(F. A. Suárez Filósofo, teólogo, y jurista español)


No me da tiempo a acabar mis tareas, lo dejo todo a medias” Esta frase, constantemente en mi boca, se convirtió en un auténtico problema durante una época determinada de mi vida.

Como ya hemos contado en éste otro artículo, durante una época de mi vida trataba de estar en demasiadas actividades y tareas, y para tratar de que me diera tiempo a todo trataba de realizar varias cosas a la vez. En contra de lo que yo pensaba entonces, esto no estaba aportándome soluciones; muy al contrario solía acabar en que las tareas no quedaban bien resueltas.


La gota que colmó el vaso fue cierto día que tenía la tarde libre y mi mujer trabajaba. Ese día llegué a casa con la intención de realizar algunas tareas de bricolaje que teníamos pendientes en el baño, cambiar la decoración, con lo que saqué las herramientas.

No obstante primero había que hacer de comer, por lo que encendí los fuegos, pero mientras el aceite se calentaba fui a vestirme con ropa más informal. Tenía aún la ropa en la mano cuando tuve que volver corriendo a la cocina para evitar que se quemara el aceite. Fui a poner la mesa mientras me cambiaba de zapatos, y encendí el ordenador portátil para responder unos correos que tenía pendientes mientras que comía. Mientras terminaba de hacer la comida encendí el televisor, para sentarme a comer más entretenido.

Comí viendo la televisión. Cuando terminé me encaminé al baño para trabajar, pensando en recoger la mesa en un descanso, pero en ese momento empezaba un partido de Baloncesto que me interesaba bastante, por lo que dediqué un tiempo a buscar en la radio la cadena que lo retransmitía para escucharlo mientras trabajaba. Sin embargo, con el ruido de las herramientas no se oía la radio por lo que opté por volver al salón y ver el partido en la televisión mientras escribía los correos (cosa que finalmente olvidé con la emoción del partido)



No hagas varias cosas a la vez
De vuelta al baño pasé por el dormitorio para reprogramar la radio en la cadena en la que estaba originalmente y me percaté de que esa mañana había dejado la cama sin hacer, por lo que me dispuse a hacer la cama cuando reparé en que mi teléfono móvil en la mesita de noche estaba parpadeando, señal de que tenía una llamada perdida. Devolví la llamada a mi hermano, y tras una larga conversación quedé con él en la calle para darle un objeto que llevaba en el coche.

No encontraba mi ropa que tenía puesta, a pesar de que busqué bastante en el baño y en el dormitorio, moviendo cosas de un sitio a otro, así que al final opté por salir con la ropa que llevaba y encontrarme con mi hermano (que llevaba un rato esperándome)

Cuando regresé a casa encontré a mi mujer, que había llegado minutos antes, que me miraba con cara incrédula.

-- ¿Qué te pasa? -- le pregunté
Se aprovecha mejor el tiempo organizando las tareas de una en una-- ¿Tú que crees? – respondió ella como si estuviera diciendo una obviedad – Cuando he llegado a casa he encontrado la cocina con la sartén llena de aceite, sin limpiar, con tu ropa tirada por medio y el mando a distancia de la televisión abandonado; en el salón estaba la mesa con los platos usados y restos de comida, los zapatos tirados por el suelo, la televisión encendida sin que nadie la mire y el portátil encendido con unos correos sin responder; el dormitorio tenía la cama sin hacer, la radio encendida sin sintonizar ninguna cadena, y el armario abierto ¡lleno de herramientas!; y el baño está manga por hombro, lleno de tierra y caliche, y sin tener ningún toallero ni perchero (ni los antiguos ni los nuevos)… ¿¿Qué has estado haciendo en toda la tarde??

Hoy me río al recordar esta anécdota, pero esa noche la cara de sorpresa de mi mujer al encontrarse la casa patas arriba me dio mucho que pensar. Comprendí que la ausencia de Organización Personal me llevaba a la catástrofe.

Al repasar aquella tarde empecé a tener claro qué estaba haciendo mal. Había muchas conclusiones que extraer de esta situación; como las buenas fábulas, aquel suceso tenía múltiples moralejas. Pero en es momento me centré en una, la que más urgentemente necesitaba cambiar en mi vida: no era buena idea intentar hacer tantas cosas a la vez.

Si ese día me hubiera planteado todas las actividades que tenía que hacer de una manera ordenada, una detrás de otra, y renunciando a las menos urgentes, el resultado habría sido muy distinto: al llegar a casa primero me hubiera cambiado de ropa y dejado la que tenía en el cesto correspondiente, luego hubiera hecho de comer, luego podría haber visto la tele mientras comía y tras apagarla recoger la comida y la cocina. A continuación podría haber respondido a los correos urgentes y guardado el portátil, dejando los no urgentes para otra ocasión y ver el final del partido de Baloncesto. Por último, podría haber dedicado el resto de la tarde a las labores de bricolage, diciéndole a mi hermano que ese día estaba muy ocupado, que podríamos vernos al día siguiente, y habría terminado justo a la llegada de mi esposa, con la que podría haber disfrutado de una cena tranquila en la intimidad… deshaciendo la cama que debería estar hecha desde por la mañana.

Ahí está la diferencia: una planificación ordenada de las tareas, haciendo una sola tarea a la vez, asegurando la terminación correcta antes de acometer otra, y descartando las tareas menos importantes, nos asegurarán una resolución óptima de nuestras tareas.

No me cansaré de recomendártelo una y otra vez: siempre que sea posible, realiza una sola tarea a la vez.  No empieces una nueva tarea hasta no haber terminado la anterior. Asegúrate de que la primera está correctamente terminada, y entonces acomete la siguiente.

A veces es complicado mantener este principio a rajatabla. Muchas veces sentimos la presión por acabar todo lo que tenemos que hacer a tiempo, y es muy fácil caer en el error de intentar ir adelantando trabajo de varias cosas. Cuando sientas la tentación de empezar una nueva tarea sin haber acabado la primera, piensa en voz alta: "¿realmente quiero arriesgarme a dejar todas las tareas a medias, sin hacer?"
La multitarea solo trae errores y retrasos, es mejor hacer una sola cosa a la vez.

Casi nunca merece la pena. El posible avance simultanear tareas no compensa la perdida de atención en las tareas, con la consiguiente pérdida de calidad del resultado, ni el riesgo de dejar las tareas a medio hacer.

La multitarea está muy bien para los ordenadores, pero las personas somos más capaces si prestamos toda nuestra atención a la labor que estamos realizando en cada momento. Evitaremos errores, estaremos concentrados en nuestro trabajo, y finalizaremos más pronto y con mejor resultado.

No lo dudes, apluica siempre que sea posible el principio de simplicidad: una tarea cada vez.


Recuerda: siempre que sea posible, no empieces varias tareas en paraleo. Procura terminar una actividad antes de comenzar la siguiente. Se verán beneficiados tanto tu organización personal, la cantidad de cosas que puedes hacer en un mismo día, como la calidad de los resultados de cada una de las actividades que realices. Una sola cosa a la vez. Siempre.

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